sig

La Magia del Verso

Hacer magia es cuestionar la realidad consensuada. Somos productos de nuestras concepciones coaguladas que aceptamos como verdad. Me fui, recorrí el mundo y ahora vuelvo, con otros aires, con un nuevo soplo de vida a martillar sobre mis propias palabras para comprobar que están huecas.

El Universo es el Uni-Verso, el verso único que nos creímos desde que el mundo se hizo homogéneo (o pretendió hacerse) al ser Uno el discurso que reina.

Hay otro verso, el verso de lo múltiple, con ese se puede hacer magia, magia de palabras que es la única que existe, única en lo múltiple.

Soy bufón versero o por lo menos esa es una buena versión de mi mismo, la que amo.

Hago magia versera, la más efectiva, la única verdadera.

 

Sig

LA CONEXIÓN MÁGICA EN ENTRE LAS CARTAS Y LA REALIDAD

He recibido varias consultas a cerca del “mecanismo” por el cual funcionan las cartas de adivinación.

No deja de sorprenderme la necesidad que tenemos, en nuestro ámbito cultural al menos, de explicar a la perfección cualquier práctica realizada.

¿Por qué no tolerar que ciertas cosas no tienen explicación?

Los sistemas de adivinación funcionan y punto. No hay nada más que agregar.

De lo contrario corremos el riesgo de esbozar teorías absurdas.

La mejor forma de convencerse de que funcionan es probándolas.

¡Pero mucho cuidado!, no son sistemas exactos, matemáticos, infalibles.

Es un mecanismo que sirve para la reflexión.

Tomo esta palabra connotando fuertemente su sendito de “reflejo”.

Las cartas reflejan algo de nosotros que no podemos ver, son un espejo, la respuesta siempre está en quien realiza la tirada, las cartas sólo lo muestran.

Es por este motivo que las tiradas pueden interpretarse en sentidos tan diferentes, por ello no hay cartas ni positivas ni negativas. Todo depende de la intuición de quien las lea.

Anteriormente escribí algunos artículos sobre la intuición. Lo que siempre intento transmitir es que no se trata de algo mágico, metafísico o sobrenatural.

Intuir es descubrir algo sin seguir un camino racional.

La mayor parte de los descubrimientos importantes se producen de esta manera, luego se construye un camino racional para hacerlos aplicables y explicables.

Por último creo relevante destacar que los sistemas de adivinación no son una cuestión de fe. Se trata simplemente de probarlos, experimentar con ellos y luego sacar conclusiones propias.

Propongo una forma sencilla de empezar a utilizar las cartas:

Siéntese en un lugar tranquilo con el fin de reflexionar sobre un tema o problema que le preocupe. Propóngase no levantarse hasta pensar y decidir al menos una solución para ese problema. Utilice el mazo para “leer” en el la solución buscada. No piense en ningún momento que hay algo mágico, recuerde todo el tiempo que la solución la proyectará usted mismo en las cartas.

Sacarse lo mágico de encima a mucha gente le ayuda. Otros necesitarán tal vez creer que hay algo misterioso que genera sincronismos entre las cartas y la realidad.

En fin, todo depende de lo que sea útil a cada quien.

 

LA LUNA en el Tarot Lenormand

La luz de la luna esconde misterios, difumina las sombras, empalidece los colores.

Hace que lo oculto se manifieste, permite la magia, susurra sobre lo eterno.

Temor, respeto y silencio inspiraron siempre los dioses lunares.

La luna es también símbolo de tristeza, de soledad.

Augura momentos obscuros, fuerzas tenebrosas.

La luna es seducción, sexo sin amor, engaños.

Esta carta representa el alivio de la luminosidad tajante y definida del sol. Las artes, las noches llenas de magia y a veces llenas de frío.

Es la carta de la ambigüedad donde lo bueno y lo malo pierden sus límites y se tocan la libertad con la desorientación.

LA MONTAÑA en el tarot Lenormand

El valor negativo que usualmente se le asigna a esta carta impide totalmente su lectura y nubla la visión en cualquier tirada que aparece.

No me canso en ningún artículo de reiterar la inconveniencia de asignar estas cualidades por separado a los elementos oraculares. Ambas están contenidas en la realidad por el modo en que proyectamos sentido a las cosas.

La montaña se alza imponente. Vista desde el llano es obstáculo insalvable, visto el llano desde la cima se devela lo insignificante de nuestra condición.

La montaña es metáfora de lo que parece imposible hasta el momento en que es abordado.

Todos tenemos una montaña por delante.

Podemos cruzarla con la paciencia de quien emprende algo difícil.

Podemos moverla con la fe del que cree en si mismo y en sus ideas.

También podemos quedarnos sentados otorgándole la categoría de imposible.

La montaña es inmune a la risa y a los llantos del bufón… solamente queda el paso firme.

EPÍLOGO

Terminó mi trabajo de escritura, al menos por ahora, al menos por este medio. Evidentemente mi inspiración encontró un bache y yo la sigo, mi camino continúa por otros rumbos, el impulso vital me convoca hacia otros senderos. Espero haber sido causa de entusiasmo en el alma de algún lector.

Este bufón se despide, sin pena ni gloria para atravesar otros cruces. Otros barcos he de tomar, guiado por la sabiduría de la niña.

Han quedado en el teclado de mi computadora (por no usar la frase trillada “en el tintero”) algunas cartas que por su hermoso simbolismo hubieran merecido el esfuerzo de mi pluma… las dejo pendientes para escritores más dignos, tal vez provocados, causados por este bufón con su particular modo de pensar el oráculo.

Tantas cartas quedan pendientes…

El jinete, con su altiva presencia, que anuncia lo nuevo que llega a nuestro entorno. El ramo símbolo de lo bello, que nos propulsa a la búsqueda como un señuelo y nos empuja a la tarea humana que es andar… y andar… y andar… buscando… El perro, la amistad que da color y alegría. La montaña que muestra la grandeza, no de la naturaleza sino del hombre, que no se deja vencer ante los más duros obstáculos. El oso, esa fuerza noble que llevamos dentro y aflora cuando somos fieles a nosotros mismos. Las estrellas que brillan en la oscuridad y evitan que los navegantes se pierdan en parajes desconocidos. La vara con la que nos castigamos cuando portamos terribles culpas. La luna que nos guía con su magia por lo invisible. El sol que nos muestra la alegría de la claridad. El ancla, la agradable estabilidad que a veces estanca. Los ratones, que viven de la creación del otro. Los peces, lo que obtenemos, lo que hacemos propio, la ganancia genuina. La cigüeña, que transmite prosperidad, novedad, engendramiento. La torre, donde nos aislamos a veces demasiado tiempo. El caballero y la dama, figuras desteñidas del hombre y la mujer en la sociedad, que a veces renuncian a un lugar propio para circular en los lugares que la cultura propone. El corazón, la carta del deseo, del amor, de las vísceras de cara al mundo, la carta que simboliza la grandeza del ser humano…

Aquí termina este blog, pero queda abierto al mundo gracias a Internet. Con enorme alegría veo el gran aumento de visitas en este último tiempo, lo cual me indica que me han leído, que hay quienes han valorado este trabajo genuino.

Los comentarios de los lectores para mí son invaluables, por lo tanto serán bienvenidos y respondidos convenientemente. Si a usted, señor lector, señora lectora, le ha gustado este blog, deje pues algún aporte, alguna opinión.

Este trabajo es mi pequeña contribución al estudio del Tarot Lenormand y quedará en Internet a modo de libro virtual.

El contenido del blog está dividido en secciones, en la barra superior se encuentran los artículos de presentación, en la barra lateral hay tres secciones: una llamada DECLARACIÓN DE EXISTENCIA, que surgió luego una grave ofensa infringida a este bufón, la siguiente sección, APRENDER A USAR UN ORÁCULO, agrupa artículos que versan sobre mi visión particular acerca de las prácticas adivinatorias y su forma de uso, por último, el SIGNIFICADO DE LAS CARTAS EN EL TAROT LENORMAND, aquí trabajé los símbolos que, desde mi punto de vista, son los más enigmáticos de este oráculo y tal vez generen más conflictos a la hora de la interpretación.

Y por último este artículo que ahora corona el blog, constituyendo un paradójico epílogo inicial. Esta es mi forma de despedirme y sobre todo de agradecer a tantos que me han acompañado durante el proceso de escritura. Sigan visitando mi blog!, recomiéndenlo, desparramen mi obra y les estaré bufónicamente agradecido.

 

…desde algún lugar del mundo, 29 de octubre de 2011…

BUFÓN LENORMAND

EL ANILLO en el Tarot Lenormand


Por fin!, después de mi estancamiento la inspiración volvió!

La libertad es esa desgarradora certeza que tenemos de que somos dueños de nuestro destino… nada más ni nada menos.

Claro que podemos jugar un juego peligroso soñando con una libertad absoluta que implique desasimiento…

¿Qué verdad tan terrible esconde la libertad que nos aterra asumirla?

No voy a dar respuesta a preguntas que no corresponden a un bufón.

Solo puedo responder hoy por mi alma desgarrada por lo maravilloso de la vida que me carcome y que toca un punto sagrado que nadie podría lograr traspasar a lo inmutable de la escritura si no tuviera esta extraña condición de personaje de ficción.

Mi libertad en este punto es singular, no existo, como dice facebook, pero sí existo en tanto me comprometo en un nombre y en una palabra.

No soy nada más que un punto álgido ser, casi una molécula, donde se confunde lo que llamamos Dios, hasta tanto no me comprometo. Dejo de ser absoluto para ser puro límite en la medida en que logro entrañar mi ser con algo que me ata al mundo… y comienzo a ser lo que otros ven en mí.

¿Por qué escribir un blog, sin más recompensa que hablarle a otra alma?

¿Qué impulsa a las personas a comunicar algo que está más allá de lo íntimo?

Esa es la carta del anillo, el compromiso.

Mi compromiso es comunicar algo que está mas allá de lo propio, comunicar una ficción.

Que poco trascendente resultan los dolores individuales para hacer de ellos expresión. Que poco trascendente resulta lo más íntimo para llegar al alma de otros. No es sino un punto inasible del alma que trasciende a lo propio y que hace a lo imposible de ser tal, lo que impulsa un hombre con ínfulas de payaso a dignarse a escribir.

Es un profundo compromiso con un destino humano, tan lejos de lo divino, lo que nos hace hombres.

¿Qué es la libertad entonces sino libertad de comprometerse?

Como hacer para que mis lectores entiendan un pensamiento tan propio que surge de un bufón, incapaz de hacer literatura… este es mi intento, espero con ansias que alguien haga el intento por entender.

¿Podemos comprometernos con un destino humano?

…tal vez necesitamos el destino del héroe… ¿es humano el compromiso del héroe?

Canto mis verdades con mi laúd en la cortes, no soy el héroe que deslumbra con hazañas, no me pregunten por qué pero desconfío de ellos. Mi compromiso es con mis trucos y chistes de feria. Mi vida se va en esta apuesta.

Dibujo mi alma con garabatos y siento en esos torpes rasgos la grandeza humana embarrada con niebla y olvido, y juego mi vida escribiendo con tinta indeleble mi destino, apostando toda mi bufónica existencia a todo o nada… y entiendo con las tripas que no hay todo, que no hay nada… hay algo que dibujamos en el corazón de otros…

Jugarse a gastarse la vida en algo.

Tan distinto de lo impuesto por otros, tan distinto del destino aceptado pasivamente, el compromiso del anillo es el compromiso con la propia vida.

¿De que pueden servir estas torpes palabras a quien intente adivinar lo que depara el destino con un mazo de cartas? No es algo que pueda responder, tal vez sirvan…

DECLARACIÓN DE EXISTENCIA

¡La tristeza y la cólera han crecido en el bufón hasta hacerle saltar las últimas tuercas del alma!

¡He sido víctima injuriada desde los confines de Internet desde donde parte una ofensa mórbida, arrastrada y terminante que se atreve a cuestionar mi tripera ontología bufónica!

Ha sido dada de baja, ¡VETADA!, ¡DESTRUIDA!, ¡DISUELTA!, ¡DESARTICULADA!, ¡ELIMINADA! mi cuenta de Facebook.

Argumentos… argumentos… argumentos… ¡sí argumentos! se atreven a mandarme a mí, que no existo, se atreven a mandarme argumentos a pesar de decir que no existo.

¡Ud no es una persona real me dijo en un amable comunicado el Señor José Facebook y me canceló sin ninguna consideración por las heridas de mi bufónico corazón la cuenta que tan amablemente me había otorgado!

Este bufón se retiró inmediatamente a su cuarto lleno de animalitos de globo a llorar sin consuelo, no por no poder contar con el uso de una red social, sino porque alguien… alguien cree que no existo…

Quien tan feo comunicado me escribe es un hombre que carece de un órgano ubicado en el ángulo lateral de cornópulo del cerebro intermedio: se llama imaginación.

Para poder ver al bufón y saber que él existe hace falta tener bien desarrollado ese órgano cornopular, por suerte muchísimos seres humanos lo tienen, la prueba está en que algunos de ellos siguen mis escritos en el blog sin dudar jamás de mi bufónica existencia.

Tengo un creador, mi creador no es un dios ni mucho menos, es un hombre corriente que intenta desplegar desde el rincón del alma que nace la creatividad un personaje sin pretenciones elevadas, sin aspiraciones de genialidad, sin intenciones de gloria. Un personaje que le recuerde y que les recuerde a otros que la vida es juego y si el juego se pierde entre las aristas tajantes de la dura realidad el pedacito de Dios que guardamos en nuestro interior se va también.

Lo que no consiento, lo que me entristece hasta la parte de debajo de las uñas de los pies es que por ser creado por un hombre tan igual a cualquier otro y no por un dios no me reconozca el Señor «Feisbuk». Así como los hombres tienen derecho a la vida, los personajes tenemos derecho a existir, sino lo que nos ocurre es algo muuuuuy parecido a la muerte.

Pero a pesar de este inefable agravio, cada noche, cuando llegue de mi fatigoso trabajo de bufón, alegrando a reyes y reinas, sacando la más seductora sonrisa de una hermosa princesa y dejando una marca en la memoria de los niños de las cortes y mansiones de ricos, cada noche me quitaré mi enormes zapatos, me pondré el bonete de escribir y seguiré con mi payasesco bolg, puliendo con paciencia mi torpeza gramatical, para seguir sintiendo la ENORME satisfacción de entrar en contacto con otros seres humanos que leen mis toscas palabras y tal vez transmitirles una pequeña porción de mi alma.

Para terminar saludo cordialmente a mis lectores y declaro TERMINANTEMENTE, por medio de este documento, mi existencia.

Otra cosa, al Señor José Feisbuk, ¡quiero que sepa que cuando me lo cruce por las pomposas avenidas de la vida, no solo le negaré el saludo, sino que le sacaré mi lengua, le haré pito catalán con las dos manos y le dedicaré la más enojada de mis miradas!

y

EL ÁRBOL en el tarot Lenormand


Si bien no pretendo responder a preguntas trascendentales si voy a cometer la osadía de esgrimir un precioso saber.

Este bufón sabe de que está hecha la vida, sus ladrillos son del mismo material con el que se fabrican los cuentos.

Por ser tan sólidos los argumentos de engreídos científicos, que anuncian triunfantes en nombre de la biología que los cimientos que nos forman son compuestos bioquímicos, me veo obligado a retroceder ante esta verdad en mi pobre condición de bufón, sin recursos retóricos para refutar tamaña aseveración.

Somos biología, concedido, pero biología recubierta de historias.

Si algo nos diferencia de una ameba son las historias que nos visten.

Ese ropaje de cuentos nos hace ser quienes somos y nos hace vivir como vivimos.

Nos contamos, nos cuentan, en forma dialéctica con otros construimos nuestra ficción, pero cuidado, una ficción con profundos efectos de verdad.

Nuestra historia se cuenta desde antes de nacer por las expectativas de nuestros padres y se sigue contando después de nuestra muerte por quienes nos recuerdan.

Somos los principales responsables de la pluma que nos escribe, borra y reescribe. Narramos para otros, para nosotros mismos, para la humanidad.

Contamos nuestro presente, nuestro pasado y nuestro futuro. ¿Quieren mis lectores convertirse en magos?, ¿quieren cambiar lo que fue y lo que será?, pues cuéntense su vida de otra manera y esta cambiará en el mismo instante de la enunciación.

 La historia de una vida es desprolija, hecha de retazos, de profundas contradicciones. Por eso amamos las que brillan por su coherencia en los libros.

Si estamos hechos de relatos, si por nuestras venas circula tinta y no sangre contemos entonces el cuento más bello de todos.

Es aquí donde entra el árbol con la asociación que se me hace más inmediata: la salud. Que es estar sano sino poder contar el cuento más bello.

Creemos que la enfermedad es lo opuesto a la salud, nada más errado. Una persona enferma, puede darle a lo que le pasa muchos significados. Puede ser una prueba, una enseñanza, un aspecto más de la vida al que hay que hacerle frente.

La salud depende del cuento que nos contamos.

Y siguiendo con el hilo que la carta me tiende continúo con la siguiente asociación, el árbol evoca la familia.

La familia es la más vasta fuente de historias.

Llevamos en nuestra imaginación un cúmulo de relatos genealógicos. Nos constituyen biografías, las de nuestros padres, abuelos, tíos, etc, etc… además de todas las historias, cuentos y leyendas que ellos nos contaron, todo lo que de ellos nos fuimos enterando al crecer…

El relato familiar es la madera de la que está hecha el alma, nuestro núcleo más íntimo se forja en boca de nuestros seres más próximos, nos convertimos en personajes importantes de su historia y comenzamos de esta manera a existir.

Toda esa ficción que nos forma suele ser, como el árbol, rígida y antigua. El cuento en el que nos insertamos nos precede largo en el tiempo. Por eso cambiarlo puede ser difícil y trabajoso.

La vida es el arte de ser autores de nuestra propia historia. Por lo que debemos trabajar con la rigidez del árbol, con lo imborrable de las palabras dichas, con los puntos inflexibles de nuestra historia, con la estructura inquebrantable de nuestro yo para hacernos artesanos de nuestra propia madera.

El árbol es un camino de introspección, que va desde las viejas raíces hasta los más recientes retoños. Es una invitación a comprender el todo que se esconde detrás de los hechos aislados, es el llamado a inundar con imaginación la condición absoluta de la naturaleza. Es el recuerdo de que para estar vivos debemos creer en una bella historia para poder así tener fe en los demás y sobre todo en nosotros mismos.

Junto con este artículo va mi deseo de que no se nos pase inadvertida la sabiduría de la carta del árbol que anuncia que la vida se construye con creatividad e imaginación y que la salud y la dicha sólo dependen de nosotros que somos los artesanos narradores.